Búnker: reflexiones en tiempos de encierro

Por: Administración
2021-12-14 20:38:35
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LIFE AND STYLE. México no tuvo una participación realmente destacada en los grandes conflictos de las últimas décadas, o lo que es lo mismo, en aquellos que de un modo u otro implicaron el uso de armas de destrucción masiva. Aun así, nuestra cercanía con los Estados Unidos aunado al carácter preventivo de algunas personas, pero también a la histeria colectiva, resultó en la construcción de búnkeres que a la fecha se mantienen entre los secretos mejor guardados de nuestro país. Pero ahí están y no sólo eso, sino que a diferencia de tantos otros en el mundo que hoy día no son más que reliquias o atractivos turísticos, muchos se mantienen en funcionamiento ante cualquier riesgo. Después de todo, si hay algo que nos ha enseñado la historia, es que el mañana no está garantizado y que más vale estar listos para todo.

Esta premisa, junto a las numerosas crisis sociopolíticas que atraviesa nuestro país, sirve de base para Búnker. La serie, protagonizada por Bruno Bichir y Miguel Rodarte, nos introduce con Vladimiro y Napoleón: el primero es heredero de un búnker construido por su padre en plena Guerra Fría y con ello de sus miedos, inseguridades e incluso sus creencias políticas plasmadas en un retrato inamovible de León Trotsky, pero también de las ambigüedades de las mismas al gozar de un estilo de vida más bien acomodado; el segundo es un empresario adinerado, empoderado y carente de cualquier sentido de moral, lo que puede evidenciarse en un parque acuático que administra centrándose netamente en sus intereses económicos, pero también en una serie de negocios turbios en los que está involucrado. Dos desconocidos sin relación alguna y cuyos caminos terminan entrecruzándose a causa del crimen (des)organizado. Y es así como ambos terminan resguardándose en la impenetrable guarida titular que les resguarda de toda amenaza exterior, pero que para nada les librará de enfrentarse a los demonios internos que les carcomerán en medio de la soledad.

Es además el primer título mexicano concebido para HBO Max. Un proyecto destinado a la historia del entretenimiento nacional en plena era de las plataformas y cuya calidad puede apreciarse en sus altísimos valores de producción, así como en su gran elenco encabezado por la dupla estelar, y complementado por Claudette Maillé, Giselle Kuri, Damayanti Quintanar, Liz Gallardo, Jesús Zavala, Ricardo Polanco y Juan Pablo de Santiago, entre otros. Muchos de ellos con experiencia previa en el mundo del streaming.

Reflexiones desde el encierro

Que la sinopsis no les confunda, Búnker no es otro drama sobre la crisis de seguridad que atraviesa nuestro país, sino un dramedy que aborda los problemas con un humor que deambula entre lo ácido y lo absurdo, muy propio de los tiempos en que vivimos. O como diría Miguel Rodarte, “es diferente. Se aleja de todas las propuestas típicas que encontramos en las diferentes plataformas. Es el tipo de grito al que claman creo los tiempos nuevos que hay que cambiar”.

Cuenta además con una trama que se torna adictiva por sus continuas vueltas de tuerca, pero también al ser la puerta de entrada de todo tipo de importantes reflexiones en torno a la familia, el legado, el miedo, la vida y la muerte. Y como buen búnker, no hay escape de ellas.

 Búnker no es otro drama sobre la crisis de seguridad que atraviesa nuestro país, sino un dramedy 

Éstos pensamientos nacen de la interacción entre Vladimiro y Napoleón, cuyas respectivas personalidades y continua expectativa por nada remiten muy directamente a Vladimir y Estragón de Esperando a Godot que figura entre las grandes obras maestras de Samuel Beckett. Al respecto, el director Joe Rendón confesó que esto no es más que “una afortunada coincidencia. En ningún momento lo platicamos [con los escritores], pero en efecto cuanto se quedan encerrados quedan en un impasse y es un péndulo de poderes y es lo que va generando la tensión. Sí entran en unos debates medio filosóficos de lo que para mí es el centro de la serie: dos patriarcas que representan los polos opuestos de unas masculinidades muy toxicas. Y cómo estos dos opuestos chocan por necesidad, obligados por los mundos que han malamente construido y que tienen que hacerse responsables de las consecuencias de todas las tonterías que han hecho”.

Bruno Bichir coincide al asegurar que no es una “liga directa, pero ciertamente por nuestras formaciones rondan estos mundos del absurdo. Es una historia absurda y llevada con gran compromiso y seriedad. Grandes vuelos Becket. Ahí está en nuestro inconsciente colectivo, [pero] creo que yo más bien tenía a [Charles] Bukowski en mente”.

La abrupta camaradería entre los personajes centrales saca a relucir la confianza que puede surgir entre extraños y contrasta además con el franco rompimiento que puede darse con la familia más cercana. Claudette Maillé no lo considera una falta de amor, sino que “es parte de la vida. Es muy fácil que las personas con las que más contacto tienes tengas más problemas con el tiempo porque convives todo el tiempo con esas personas”. Bichir complementa al explicar que “tiene que ver con la atracción de los opuestos. Quien más se te parece más te ves en el espejo y da miedo verse en el espejo. La familia nos compromete y es más fácil tener la necesidad de tomar distancia”.

Más curioso aún es la identificación que la serie podría generar tras los meses de encierro a causa del coronavirus y que invariablemente llevaron a amplios sectores de la sociedad a cuestionarse sobre su propia existencia, lo efímero de la vida y la incertidumbre del mañana. O como diría Rendón, “de alguna forma la experiencia de la pandemia nos ayudó a entender la sensación de aislamiento y sobre todo las neurosis que la acompañan que creo que es el centro de esta historia”.

Un futuro prometedor

Es un hecho innegable que la ficción seriada mexicana, que por muchos años estuvo limitada a la fórmula de la telenovela, ha cambiado para siempre. Las razones más básicas son fáciles de enlistar: mejoras en los canales de distribución que han convertido a las series en fenómenos globales sin distinción de su país de origen y una importante alza en los estándares de calidad para estos proyectos, tanto en sus bases narrativas como en las técnicas.

Búnker es otro paso sólido en este camino ascendente y como tal, una nueva escala en el debate recurrente sobre el verdadero alcance de las series mexicanas. Por infraestructura y potencial económico, igualar el nivel de la industria estadounidense parece una misión imposible. Más asequibles lucen los modelos de España y Corea del Sur, que apoyados en historias de carácter local pero empapadas de preocupaciones y valores globales, han conquistado a las audiencias del mundo entero.

 Los mexicanos estamos produciendo series e historias que están dando de qué hablar a nivel mundial. 

Al respecto, Rodarte piensa que no sólo estamos cerca, sino al nivel. “Los mexicanos estamos produciendo series e historias que están dando de qué hablar a nivel mundial. Estamos rebasando fronteras y creo que una plataforma como HBO Max con un producto tan mexicano como Búnker, con este humor corrosivo que parte de lo local pero raya en lo universal, tiene la posibilidad de trascender fronteras no solo en Latinoamérica, sino en el resto del mundo”.

Grandes aspiraciones para grandes proyectos. En un mundo cada vez más complejo, quién diría que no a un búnker que garantizara el bienestar propio y el de los seres queridos. Una seguridad más bien engañosa, pues como bien concluye Bichir, se trata de “un espacio donde te vas a encerrar y aislar del mundo para sobrevivir, ¿a qué? Si el mundo allá afuera se está echando a perder. ¿Qué caso tiene salvaguardar la vida propia? No tiene sentido, mejor ayudemos a componer el mundo y no habría necesidad de ese aislamiento”.