Opinión / Así las cosas

Antes y después

 (Soundtrack para esta columna: “Just the Way It Is, Baby” de The Rembrandts)

“Do you remember once upon a time

When you were mine

The stars above were bright and new

I pulled them down for you

Just when I fell in love again

You said that all good things must end”

Estas últimas semanas he estado pensando mucho en el inicio y en el final de las relaciones amorosas y en las contradicciones entre ambas etapas. En todo lo que pasa cuando de pronto coincides con alguien y simplemente hacen “click”, hay atracción, hay química.

Poco a poco (o rápidamente, según sea el caso) se van conociendo y se van maravillando con lo que encuentran uno del otro. TODO es lindo, todo es novedad, todo es interesante.

Observas como la otra persona esta encantada contigo (en el mejor de los casos y no hablando de relaciones toxicas, de esas escribiré después) y como te enlista todas tus cualidades, todas esas cosas padrísimas que sabes que eres y que tienes, rasgos físicos, de tu personalidad, cosas que haces, etc.

A veces me pregunto si en todo el proceso de enamoramiento realmente nos estamos enamorando de la otra persona o más bien nos estamos enamorando de nuevo de nosotros mismos, de lo que la otra persona ve en nosotros y que encuentra fascinante.

Estamos entonces en realidad enganchándonos con la forma en la que la otra persona nos ve y nos enaltece? Esa sensación puede ser intoxicante y altamente adictiva: “dime más: dime lo inteligente, guapa, interesante y única que me encuentras y repítelo tantas veces como sea posible”.

Dice la ciencia que la etapa de enamoramiento dura máximo 3 años, también tiene sus contras: la productividad baja, hay dificultad para concentrarse y para realizar tareas que tengan que ver con la creatividad.

¡Ya si no raza! todo el tiempo esta uno pensando en la otra persona, en las cosas que han pasado, en ciertos momentos que se te quedan grabados y que repites una y otra vez (como yo con mis canciones favoritas en Spotify) mentalmente. Solo piensas en cuando será la próxima vez que lo (o la) veas, en las cosas que harán (como ir por un helado… no sean mal pensados).

Dicen los que saben (o sea los científicos) que la culpable de todo esto es la dopamina que nos nubla el razonamiento, oigan! Bueno, bueno, a lo que voy es a lo siguiente: ¿cómo puedes tirarte de cabeza en este proceso (de enamoramiento) cuando los que hemos vivido un poquito (o un muchito) sabemos que tarde o temprano todo se va al carajo? Lo que ahorita es tierno al rato da hueva, lo que ahorita es padre al rato fastidia, lo que ahorita es bello al rato es feo.

Todo, todo se acaba y todo lo que sube tiene que bajar. Si científicamente (y la evidencia lo sostiene) es imposible mantener este estado, realmente ¿vale la pena involucrarte? Hay personas que van por la vida buscando “nuevos inicios” todo el tiempo, buscan ese subidón de dopamina en una y otra y otra persona ¿Realmente pueden culparlos? Si se siente re lindo…

Entonces amigos, que hacemos? ¿Nos entregamos a esta etapa con singular alegría aun a sabiendas de que más adelante todo se va a ir a la fregada?

¿Quien tiene el secreto para que una relación dure mucho y se mantenga la famosa “llama encendida”? Ciertamente yo no lo tengo, y a casi ninguna de las parejas que conozco me dan ganas de preguntarles, porque ninguna de sus relaciones se me antoja (#SorryNotSorry).

Hay un par de parejas (de las muchas que conozco) que realmente admiraba y una de ellas está en proceso de separación (esa noticia sí que fue más sorpresiva que cualquier giro de trama de “Lost”) #YaMejorLlevameDiosito

¿Entonces? ¿Como te avientas a la alberca a sabiendas de que el agua no es profunda? ¿Como le entregas todo tu cariño a una persona que tal vez mas tarde se convierta (o TE convierta) en “persona non grata”?

Y así las cosas…

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