WITH A LITTLE HELP FROM MY FRIENDS

Por: Patricia Garcés
2019-09-13 19:03:54
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Soundtrack para esta columna: “Las cosas que vives” de Laura Pausini.

La amistad es algo que atraviesa el alma
Es un sentimiento que no se te va
No te digo como, pero ocurre justo
Cuando dos personas van volando juntos
Suben a lo alto sobre la otra gente
Como dando un salto en la inmensidad
Y no habrá distancia no la habrá
Ni desconfianza, si te quedas en mi corazón
Ya siempre”

 

No sabía cómo abrir la columna de esta quincena. Solo fue sentarme y de pensar en tocar este tema comencé a llorar. Es tan grande el sentimiento de amor y agradecimiento que experimento, que lo envuelve absolutamente todo en este momento.

Verán ustedes, he aprendido muchas cosas sobre la amistad en mis 42 años de vida sobre esta tierra, pero la cara que me ha mostrado la amistad estos últimos años ha sido maravillosa. Permítanme hablar en femenino de aquí en adelante, porque esta columna va para mis AMIGAS. Sí, he tenido grandes amigos hombres en otras etapas de mi vida, pero quienes me han sostenido sobre sus hombros casi exclusivamente, especialmente en las crisis más recientes de mi vida han sido mujeres.

Mujeres, con las que pude vaciarme y ser yo al 100%, mujeres que me escucharon y apoyaron sin emitir juicio alguno, mujeres que se aseguraron de que comiera, durmiera y me mantuviera cuerda en la medida de lo posible, mujeres que tenía mucho años de conocer, mujeres que tenía poco tiempo de conocer. Mujeres, que con su ejemplo me ayudaron a re valorar el hecho de ser mujer.

No sé cómo habría salido delante sin ellas. No quiero ni siquiera pensar que habría sido de mí, qué habría pasado si en mi vida no estuviera la amiga (las amigas) que:

-Cuando le conté de mis pensamientos suicidas se aseguró de llevarme de regreso a terapia con mi psicóloga, fue por mí a mi casa, manejo hasta el consultorio, espero en el estacionamiento a que terminara esa consulta y se aseguró de que asistiera a las consultas posteriores. La misma que me acompaño en un procedimiento medico tan delicado que disparo todos los síntomas de estrés post traumático desatados por mi abuso sexual, procedimiento del cual salí destrozada física y emocionalmente y que marco el principio del fin de una etapa de mi vida. La misma que se sentó pacientemente conmigo a escucharme, a verme llorar, la que me acompaño mientras me hacía mil pedazos y me volvía a reconstruir, la que me repitió muchísimas veces que yo podía con eso, que eso que estaba sintiendo no era algo permanente y que algun día volvería a sonreír de nuevo.

-Aquellas que a la distancia se mantuvieron presentes a través de una llamada, un texto, un mensaje de audio, siempre preguntando como estaba, como lo iba manejando, como me sentía.

-Esa morra de 22 años a la que conocí en una posada, a la que al platicarle de mi divorcio y tratar de explicarle me paro en seco y me dijo: “Hey, a mí no me tienes que explicar nada (ni a nadie), si tú ya no quieres estar con él esa es una razón más que valida para separarte” instalando en mí una confianza y una certeza sobre mi situación que me ayudaría a transitar el resto del camino.

-Ese grupo de “locas” feministas tan incomprendidas, que me aceptaron con los brazos abiertos, me escucharon de corazón a corazón, me llevaron de fiesta y también lloraron conmigo.

-Esas amigas solteras de nuevo, a las que acudí por ayuda, por apoyo porque me sentía en un laberinto del que no podía salir sola y que me dijeron sí, siempre si a todas y cada una de mis peticiones.

-Mi amiga que a pesar de estar pasando ella misma por una situación difícil cuido de mi hijo un día entero para que yo pudiera poner toda mi atención en la mudanza y en sacar pendientes de última hora.

-Ese grupo de mamas unschoolers y homeschoolers que estaban igual de locas que yo, con las que me sentía como entre hermanas.

-Esas amigas a las que pedí ayuda el ultimo día de mi mudanza, abrumada por tener que empacar yo sola una casa que se había construido por 5 años en la que en su momento habito una familia y que se vaciaron en ayudarme a empacar las cosas físicas pero que también pusieron sus brazos, sus ojos y sus oídos para contenerme emocionalmente esos últimos días de mi vida en Tijuana. 

- Esas amigas con las que me fui al último concierto por allá, la última fiesta, el último brindis, el último abrazo, la última despedida hasta volvernos a ver.

 

 

 Díganme por favor como puedo pagar lo que ellas han hecho por mí ¿De qué manera regreso un poco, un poquito de lo recibido? Solo puedo hacer eso por otras mujeres, estar aquí para otras mujeres que me necesiten de la misma manera en la que yo las necesite a ellas.

Decir SI, poner mis brazos, mis ojos, mis oídos y mi corazón para quien lo necesite en su momento.

Y así las cosas…



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Patricia Garcés

Reynosense. Licenciada en comercio internacional. Educadora sexual, Educadora y Consejera en Lactancia y Educadora en Salud Materna. Madre. #HomeSchoolMom. Sí, soy una de "esas feministas". Molestando a la humanidad desde 1976. Me gustan los perros. Nueva Karen por culpa de Ginger.

Correo electrónico: pat1228g@gmail.com

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