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Decapitados, colgados, maniatados... el código no hablado de la disputa entre cárteles en México

Por: Administración
2025-07-03 16:44:53
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MILENIO. Las manecillas del reloj marcaban alrededor de las 23 horas con 47 minutos del pasado domingo 29 de junio cuando una llamada telefónica al 911 rompió el silencio de la noche en Culiacán, Sinaloa. No fue extraño pues, a casi once meses desde el estallido del conflicto entre Los Chapitos y La Mayiza en el estado, las llamadas de emergencia se han vuelto frecuentes.

Lo que nadie imaginó aquella noche es que del otro lado de la línea un ciudadano reportaría uno de los hallazgos más crudos y sádicos que se han registrado en la entidad. Una camioneta abandonada en medio de la nada y una bolsa de plástico anticiparon el horror que vendría al alzar la mirada y observar cuatro cuerpos, decapitados, colgados desde lo alto de un puente vehicular.

Las sombras de los cuerpos se reflejaban en un altar a San Judas Tadeo ubicado en el bajo puente. Entre flores y veladoras aún encendidas, sinaloenses habían depositado su fe, la misma fe que aquella noche fue rebasada por la violencia que permea en Culiacán y que se recrudeció aún más luego de que autoridades revisaron el interior del vehículo abandonado.

Ante los ojos de personal de la Guardia Nacional y de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) quedaron expuestos los cuerpos de al menos 15 hombres apilados, maniatados y con heridas de arma de fuego. Sobre la acera, en la misteriosa bolsa de plástico, cinco cabezas humanas que aún se desconoce si corresponden a los cuerpos que colgaban desde el puente.

Aunque la escena pudo parecerse a cualquiera de una sádica película de terror, la realidad golpeó a los agentes federales al percatarse de que en un costado exterior de la camioneta había sido colocado un mensaje en donde una de las facciones en pugna presuntamente se atribuía el multihomicidio y la exhibición de los cadáveres.

Dicho episodio se consolidó no sólo como uno de los más brutales que ha dejado el conflicto que se libra en Sinaloa sino también como un claro ejemplo de las dinámicas a las que grupos delictivos recurren no sólo para acentuar su disputa sino también para enviar mensajes.

Más allá de la manta que fue colocada en un costado de la camioneta, es la expresión visual de los cuerpos mutilados y colgados desde lo alto del puente ubicado en la Carretera Internacional México 15 lo que evidencia la escalada de la pugna entre ambas facciones del Cártel de Sinaloa, donde el espacio para la negociación o una tregua se desdibuja.

Desde ostentar poderíointimidar a rivalespersuadir el reclutamiento de otros integrantes, intentar inclinar la balanza en favor de alguno de los grupos en disputa y hasta lo que comúnmente se conoce como “calentar la plaza”, son algunas de las connotaciones que también emanan de la atroz escena.

Si bien serán las investigaciones de autoridades federales y estatales las que determinen la identidad de las víctimas así como a los autores materiales e intelectuales detrás de los hechos, el suceso se suma a otros casos en los que este tipo de expresiones de hiperviolencia pública han marcado la pauta de conflictos entre grupos delictivos no sólo en Sinaloa sino también en otros estados.

La disputa por Michoacán

El imparable crecimiento y expansión que el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) ha tenido en la última década ha dejado a su paso múltiples episodios de violencia en cada uno de los estados -o plazas- que buscan controlar.

Michoacán, pese a ser el estado natal de su líder Nemesio Oseguera Cervantes, ha estado en un constante conflicto por los grupos delictivos locales y de autodefensas que se resisten a la avanzada del cártel de las cuatro letras.

En ese contexto, en agosto de 2019 Uruapan fue escenario de una de las escenas más brutales que el crimen organizado ha dejado en el país durante los últimos años: el hallazgo de 19 cuerpos con signos de violencia.

Reportes periodísticos dan cuenta de que al menos nueve de ellos fueron colgados desde un puente ubicado en el Libramiento Oriente "Boulevard Industrial", mientras que siete más se localizaron desmembrados y sus restos esparcidos a tan solo un kilómetro del sitio. Los tres restantes presentaron impactos de arma de fuego y fueron abandonados en las inmediaciones de la colonia Prolongación Revolución.

Al igual que en otros casos, junto a la escena del crimen fue colocada una manta en la que un grupo criminal se adjudicaba los hechos y amenazaba a sus rivales. En 2019, el cártel de las cuatro letras sostenía una ardua disputa en contra de Los Viagras por el control de diversas plazas michoacanas, según informó el entonces secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo.

Nuevamente, la expresión pública de hiperviolencia marcaba la pauta del conflicto entre dos grupos criminales pero también el terror entre las comunidades michoacanas. 

Las atrocidades de Los Zetas en Veracruz

El noreste de México fue durante la década de los 2000 bastión de la organización delictiva más despiadada que ha operado en el país: Los Zetas. Conformados en un inicio por militares de élite desertores, el mecanismo de expansión y de operar de dicho grupo criminal tuvo como génesis el terror.

"A diferencia de otros grupos criminales, Los Zetas no compraban alianzas, sino que aterrorizaban a sus enemigos. Torturaban a sus víctimas, colgaban cadáveres y mataban indiscriminadamente", explica en una entrega el think tank InSight Crime.

Todo aquel que se interpusiera en los intereses del grupo criminal pagaba con su vida. Un claro ejemplo de sus atrocidades fue el asesinato de 72 migrantes en San Fernando o la masacre de Allende en Coahuila, no obstante, fueron sus rivales quienes corrieron un destino aún más atroz.

En septiembre de 2011, alrededor de 35 cadáveres con huellas de tortura fueron arrojados en la calle principal de Boca del Río, Veracruz. Aunque por su amplio y brutal historial se pensó en un inicio que Los Zetas estaban detrás de los hechos, la sorpresa para las autoridades fue la incursión de un nuevo grupo delictivo al estado.

Eran los últimos años de la Guerra contra el Narcotráfico impulsada por el expresidente Felipe Calderón como estrategia de seguridad. En el estado, el plan Veracruz Seguro se había puesto en marcha mientras que la realidad contradecía abiertamente sus diligencias.

Días después de la localización de los cadáveres comenzó a circular un video en el que un grupo de encapuchados, autodenominados como Los Matazetas, anunciaban una "limpia" en Veracruz.

Dicha disputa, sumada a la detención o abatimiento de líderes de Los Zetas mermaron el poderío que el grupo criminal había alcanzado en el noreste del estado, abriendo paso así a otras organizaciones delictivas pues, los que un día se autodenominaron Matazetas, terminaron por consolidarse como el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).

Las dinámicas y los códigos de hiperviolencia a los que organizaciones criminales recurren en su afán de controlar determinados territorios han hecho del país escenario de brutales episodios que superan la ficción y se convierten en la pesadilla de la población civil, aquella que continúa padeciendo los estragos de sus disputas.


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