LA RAZÓN. Carlos Alcaraz, rey de nueva York. Carlos Alcaraz, rey del tenis. Carlos Alcaraz, rey de reyes, después de vencer a su gran enemigo, Jannik Sinner, la final del US Open (6-2, 3-6, 6-1 y 6-4), lo que supone su sexto Grand Slam, con sólo 22 años. Sin cumplir los 23, únicamente Bjorn Borg y Rafa Nadal habían ganado los mismos títulos Grandes, casi nada, y Carlos tiene la opción de aumentar la cuenta en el Open de Australia de 2026. Pero para qué viajar hasta enero después de lo vivido ayer en la Arthur Ashe. Ya se hablará de esa batalla. La de Flushing Meadows se la llevó el español con cierta superioridad, lo que es mucho teniendo en cuenta quién estaba enfrente. Si Jannik se recuperó pronto del golpe de caer en Roland Garros contra el chico de El Palmar después de tener tres pelotas de partido, Carlos se olvidó de la derrota en Wimbledon y tuvo su revancha en el US Open. Así son ellos: uno golpea una vez, el otro aprende y golpea la siguiente. Se alimentan entre ellos, ya se verá dónde está el límite. En los dos últimos años se han repartido todos los Grand Slams, además de forma equilibrada: cuatro Sinner y cuatro Alcaraz, que lleva seis en total.
¿Qué es aprender? Saber que contra el pelirrojo de San Cándido no tiene mucho sentido meterse en un intercambio de poder a poder todo el rato. Te tritura. Por eso el pupilo de Juan Carlos Ferrero disputó un primer parcial prácticamente perfecto: si los puntos entraban en esa dinámica diabólica, el español los paraba con un revés cortado o con una bola alta. ¿Qué es progresar? Saber que los rivales ya te han estudiado y pueden leer cuándo vas a hacer una dejada, y convertir esa pelea psicológica en un punto a favor para que la dejada fuera sólo un amago, y el golpe se convierta en una derecha cortada larga que firmaría el propio Manolo Santana. Con puntos así alucinó una grada llena de famosos, con Donald Trump a la cabeza. Con sus voleas desde el suelo se sorprendía Stephen Curry o con las derechas cruzadas que destrozaban a Sinner saltaban Spike Lee o Rosalía. El italiano estaba descolocado. Empezó con un break en contra y en el primer set fue siempre a remolque, en el marcador y en el juego, algo a lo que no está acostumbrado.
Claro que las dificultades tenían que llegar por algún lado. Es Jannik Sinner, el coco, el terror de circuito para todos... Menos para Carlos. El español volvió a exhibir un servicio primoroso, pero cuando se despistó con ese primer golpe, llegó el break en contra. El italiano no da tregua: siempre pegado en la línea de fondo para meter presión desde el resto. Intentó el murciano recuperarse todavía en ese set, lo peleó, pero no pudo. Un parcial para cada uno. No supuso ni una abolladura en la autoestima del español. Se había igualado un poco el encuentro, pero las sensaciones seguían siendo buenas. Había que insistir y el tercer set lo ganó casi de carrerilla. Debe ser una gran sensación desbordar a Sinner en un intercambio. Es única, literalmente, y habrá que preguntarle a Alcaraz porque sólo él lo logra. Con los cambios de ritmo con su derecha, dejaba sin respuesta o con el molde a su rival. Acostumbrado a ir por delante de las jugadas y golpear pronto, esta vez al pelirrojo de San Cándido le tocó muchas veces ir por detrás, lejos de la bola, corriendo sin llegar. Increíble.
Pero seguía siendo Jannik Sinner y la palabra relajación no podía entrar en el diccionario del español, porque a la mínima el italiano se echa encima, muerde y ya no suelta. Amenazó desde el primer momento del cuarto set Carlos. Pelota de break, la salva Jannik y después él, al que acusan de ser demasiado frío, robótico, pide el apoyo del público. Necesitaba más de lo habitual. Se salvó de esa y de la siguiente amenaza de rotura. Continuó el set y cuando Alcaraz hizo un globo y lo completó con una revés paralelo, entonces fue el español el que pidió los gritos. Le va la marcha de la Arthur Ashe a "Charly", como le gusta que le llamen. La sensación seguía siendo que el transalpino iba más al límite y al quinto juego del cuarto set cedió su saque de nuevo. Lo regaló con una doble falta y un error no forzado de derecha. Todavía se mantuvo serio el murciano, era un 3-2 que había que confirmar. Cuando llegaron los problemas, un 15-30, el saque al rescate, para cerrar ahí o mandar con el siguiente golpe, con firmeza. "Alegría", le pedía Ferrero a su pupilo. No era tiempo de temblar, había que tener decisión. Son impresionantes sus números con este tiro en estas dos semanas: sólo ha concedido tres breaks en siete partidos. Eso sí, las dos primeras pelotas definitivas las levantó el italiano. Tampoco tembló ahí el murciano. A la tercera, por fin, con un servicio directo, ya sí, pudo gritar al cielo de Nueva York.
La relación de Alcaraz con la Gran Manzana es especial, está claro. Allí ganó su primer Grand Slam en 2022 y se convirtió en el número uno del mundo más joven de la historia. Y allí, en 2025, ha conseguido el sexto Grande para volver a la cima y destronar a Sinner, que era el rey de la ATP desde el 11 de junio de 2024.