IMER. El Museo Universitario del Chopo cumple 50 años, y lo hace en un momento clave para reflexionar sobre su historia, su papel en la Ciudad de México y los nuevos retos que enfrenta en una urbe que cambia todos los días.
Su directora, Sol Henaro, explica que la fortaleza del Chopo ha sido siempre su capacidad de diálogo con el tiempo.
“El museo a lo largo de su historia ha logrado tener comunicación con muchas generaciones, ¿no? O sea, sí se le ubica mucho con un sector, digamos, que va quizá entre los 20 a los 45 o 50 años, pero en realidad como que se mueve, ¿no? Intergeneracionalmente, no está fija y yo creo que eso también ha sido una de sus ventajas, digamos, o de sus cualidades, ¿no? Que puede estar hablando con muchas comunidades y muchas generaciones también”.
Pero el Chopo no vive aislado. Está inserto en un barrio que se transforma, marcado por desplazamientos y gentrificación. Por ello, uno de sus retos es reforzar su vínculo con la comunidad. Henaro lo resume con tres verbos: escuchar, acompañar y facilitar.
“Que he estado impulsando mucho la idea de que este es un centro social travestido de museo. Entonces, es muy difícil, digamos, cubrir entre comillas o creer que podemos cubrir toda la gama, ¿no?, de necesidades, de preguntas y de expectativas que tienen las comunidades actualmente, pero sí tenemos firmemente el compromiso y la voluntad de intentar acompañar muchos de estos de estos momentos y deseos”.
Programas como Talleres Libres funcionan como un puente con los habitantes de la zona. Y la revista Voces, con espíritu de fanzine, integra historias y experiencias de las comunidades cercanas.
En un contexto complejo para la cultura, Henaro reconoce que la sostenibilidad es un desafío permanente.
“Yo vengo de una generación, digamos, me crecí mucho en la generación de los 90, que aprendimos mucho a resolver con lo que se tiene, o sea, como lejos de frustrarse, digamos, como por lo que no hay, pues más bien ver en las condiciones que se tienen una oportunidad, pues para poder crecer, eh fomentar y multiplicar”.
Por eso mantienen entrada gratuita, festivales accesibles y descuentos, para que el museo siga siendo un espacio abierto para todes. La intención es ampliar narrativas, diversificar formatos y seguir siendo —como dice su directora— una caja de resonancia para la escena local y regional.
“Tenemos que seguir defendiendo, insisto, el derecho a la cultura, ¿no? Y que sea un espacio no por ser políticamente correcta, sino sí creo que tiene que ser un espacio para todes, ¿no? Ahí sí en plural y sí con él también, ¿no? O sea, un espacio que pueda abrazar pues deseos, generaciones y comunidades muy diversas. No me gusta pensar al Museo del Misterio del Chopo por su propia historia eh como un espacio que esté sesgado solamente como para algún lado”.
Celebrar este aniversario también tiene un sentido personal para Henaro. El museo abrió sus puertas en un año y una fecha simbólica.
“Para mí fue muy significativo que el museo fue abierto en 1975, que fue el año internacional de la mujer. Entonces, está asignado también, digamos, con ese inicio, digamos, como de los feminismos y además, por si no fuera poco, abrió un 25 de noviembre, 25N, es el día de la lucha contra la violencia de género, ¿no?”
A cinco décadas de su fundación, el Museo del Chopo reafirma su misión: ser un espacio de encuentro, memoria y resistencia cultural en una ciudad en permanente transformación.