Depresión

Por: Patricia Garcés
2020-01-06 20:33:49
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El tiempo pasa muy rápido y sin darme cuenta ya han pasado más de 3 meses desde que dejé de escribir esta columna. Verán ustedes, es que estaba deprimida y si hoy soy capaz de escribir este texto es porque creo que ya voy saliendo poco a poco de este episodio. Hace semanas le dije al amigo por el que llegue a este espacio (que también hace las veces de mi editor, aunque siendo honesta jamás me ha editado ni uno solo de mis textos, cosa que agradezco profundamente (excepto la vez que comente en Facebook que iba a usar esta columna para comenzar a hablar de sexo, ahí si se asustó un poco el buen Mike)) que no podía escribir, que estaba deprimida y el me sugirió que escribiera sobre eso. En ese momento me sentía incapaz de abrir mi laptop, mucho menos de poder escribir, pero siento que es justo que retome este espacio con el tema.

Tengo que reconocer que el 2019 para mí fue un año muy muy duro. Claro que hay cosas buenas que pasaron en estos 12 meses (algunas MUY buenas) pero desafortunadamente mi naturaleza perfeccionista está acostumbrada a poner el foco siempre en lo “malo”, en lo que hay que mejorar, en lo que hay que trabajar, entonces, al final de cuentas ciertos eventos de estos meses pasados me acabaron avasallando.

Porque así lo decidí (no soy víctima de las circunstancias) estoy viviendo varios duelos al mismo tiempo y tengo que confesar que hay días en que me duele una cosa y hay días en que me duele otra y entre tanto dolor ya no sé ni que es lo que más me pesa ni porqué. Solo sé que mi vida cambio muchísimo y me estoy dando el permiso de reconocerlo, de no hacer como que no pasó nada, de llorarlo, lamentarlo, hablarlo y darme cuenta que no soy tan fuerte como aparento o como los demás creen.

Extraño muchas cosas que tuve y que ya no tengo, extraño a personas que en poco tiempo se convirtieron en entrañables para mí y que ya no están. Me está costando adaptarme de nuevo a mi ciudad natal y a las condiciones que tengo de momento. Me cuesta ver el vaso medio lleno y quedarme con lo bueno (como casi siempre hago). He buscado ayuda, he intentado cosas, le he dicho como me siento a ciertas personas (algunas me tendieron la mano y reforzaron su presencia, otras no) pero tengo que confesar que toqué fondo y apenas siento que estoy despegando un poquito mis pies de ese fondo, tan solo unos centímetros que me han permitido sentarme a escribir el día de hoy. Había días en que no quería salir ni siquiera de la cama, pero un par de razones me hacían levantarme y jugar como a que no pasaba nada, aunque mi productividad se fue al piso y mis ganas de hacer cosas estaban al mínimo porcentaje.

Dios sabe que no quiero ser una ingrata, no quisiera sentirme así, porque la psicología positiva dice que si tengo salud, casa, comida, gente que me ama y a quien amo entonces tengo “todo” y ¿por qué tendría que estar triste si tengo “todo”?. Desafortunadamente la depresión no es algo que podamos controlar, no es un switch que podamos prender o apagar ni responde a la lógica. Estoy en proceso de hacer cambios para intentar salir de esto más rápido, poner en control mi alimentación, poner a raya la bebida, intentar regresar al ejercicio y a las cosas que amo y que son muy mías (como esta columna).

Hay ciertos síntomas que indican que estamos deprimidos, se los enlisto aquí esperando que sean de ayuda (yo los experimente todos). No tengo absolutamente ningún consejo que darles, solo decirles que si se sienten deprimidos resistan, que ojalá y encuentren ayuda, comprensión y apoyo en su círculo cercano y que aunque parezca que no, esto también pasara…

 

Tienes depresión si:

  • Tu estado de ánimo es constantemente triste o ansioso.
  • Te sientes vacío gran parte del tiempo.
  • Sientes una falta de esperanza o pesimismo.
  • Sentimientos de culpa, falta de autoestima o impotencia.
  • Perdida de interés o de placer en los pasatiempos o actividades.
  • Te sientes fatigado o con menos energía, incluso te mueves o hablas más lento.
  • Presentas dificultad para concéntrate, recordar detalles o tomar decisiones.
  • Se te dificulta dormir y despertarte muy temprano.
  • Tienes cambios en el apetito o en el peso.
  • Regularmente tienes pensamientos sobre la muerte, el suicidio o intentos de suicidio.
  • Te sientes inquieto o irritable.

Fuente: National Institute of Mental Health.


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Patricia Garcés

Reynosense. Licenciada en comercio internacional. Educadora sexual, Educadora y Consejera en Lactancia y Educadora en Salud Materna. Madre. #HomeSchoolMom. Sí, soy una de "esas feministas". Molestando a la humanidad desde 1976. Me gustan los perros. Nueva Karen por culpa de Ginger.

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