Opinión / Entomafobia

Los nuevos libros de texto

Uno de lo "mitos fundacioales" de mi historia personal, sembrado por mi padre (quizás) era el de la educación en la URSS (recuerden que yo soy de esa generación embarrada como el aguacate de las tortas entre la gen X y los millenials).

Decía Paco Pérez, que la exigencia en las escuelas de la ex unión de naciones era brutal: con un enfasis particular en matematicas, en ciencias, lecto-escritura y en deportes (que servían para lucir el poderío de aquella mastodontica nación en las justas deportivas). Con jornadas de tiempo completo y horas de practica en disciplinas artisticas y deportivas.

Los lugares se otorgaban y conservaban basado en una competencia rutinaria por tener las mejores calificaciones.

Aquellos que en determinado grado no tenían las calificaciones necesarias eran envíados a escuelas técnicas o agricolas, con el fin de preparar a la fuerza laboral de aquel país. Y el resto, los que no tenían cabida ni en las universidades, ni en las escuelas "de oficios" iban directo al ejercito.

Remarco, esta era la narración de un padre con medio corazón clavado en el socialismo y la otra mitad en un muy vivo espiritú pequeño burgués, por eso lo llamo un mito fundacional propio.

Demos por descontado este antecedente y digamos que es así: así funcionaba la educación sovietica (yo digo que no es falso, pero sí bastate impreciso)... pero insisto, demos por cierta la narración de mi padre.

Con la polémica reciente con los libros de textos gratuitos, echo la mente a volar ¿y si así fuera la educación en México? Con instalaciones apropiadas, materiales didacticos, planes de estudio actualizados, enfocados a las competencias para el desarrollo del país, el desarrollo intelectual (música, pintura) y el bienestar del cuerpo (deportes varios).

Escuelas de tiempo completo en donde el estudiante reciba por lo menos dos alimentos al día y manteniendo la obligatoriedad, gratuidad y laicidad. Pero no, claro que no ocurriría en este gobierno, porque en primer lugar las escuelas equipadas no son obras de relumbron ni voluntad del presidente, entiendase, no dan prensa y, en segundo lugar, a un gobierno que no le gusta ser evaluado, que no le importa las mediciones ¿qué diablos le va a importar la evaluación educativa?

El problema es que el viraje actual en los materiales educativos se antoja como algo caprichoso caprichoso, creado por la mascota favorita de la primera dama que, cobra en la SEP. Y enfocado no en el conocimiento, sino en el adoctrinamiento (del que no me hablaba mi papá cuando hablaba de los estudiantes soviéticos, por desconocimiento o capricho) en una visión particularísima del grupo en el poder.

No soy pedagogo, ni leguleyo, no voy a calificar nada, pero hasta donde entiendo por mis amigos profesores y uno que otro abogado, es que hay dos fallas de origen que invalidan (o invalidarían, en un país normal) los nuevos libros de texto:

1) Se redactaron, editaron e imprimieron los nuevos libros de texto y pasaron por alto una minucia, que estos materiales fueran concordantes con los planes de estudio. Y...

2) Por lo que me dicen mis cuates abogados: el proceso que marca la ley se viola al no consultar a: los maestros, los sindicatos, las asociaciones de padres de familia, las escuelas que forman grupos organizados, ni a ONGs ni organizaciones de la sociedad civil que se ocupan de temas de educativos. Porque sí, en este maltratado país hay procesos que por ley se deben seguir...

Pero ya sabemos la máxima presidencial: no me vengan con el cuento de que la ley es la ley.

Y vuelvo al mito paterno: ¿Educación comunista? ¡No tenemos tanta suerte!