EL PAÍS. México contiene el aliento ante el arribo de Donald Trump a la Casa Blanca. La promesa del republicano de imponer un muro arancelario desde su primer día al frente de Estados Unidos tiene en vilo a la segunda economía de América Latina y al resto del mundo. En línea con su visión proteccionista, Trump hizo de los aranceles un arma de campaña y ahora los perfila como uno de los pilares de su próxima Administración. El magnate amaga con imponer un impuesto generalizado del 25% sobre las importaciones mexicanas si el Gobierno de Sheinbaum no controla el narcotráfico y los flujos migratorios. El probable viraje del comercio internacional de la mano de estas amenazas ha puesto a temblar a los mercados y ha arrastrado a la baja a las principales divisas. México no ha sido la excepción. La moneda mexicana cerró la semana con una depreciación de 0,37%, cotizando alrededor de 20,79 pesos por dólar, alcanzando un máximo de 20,93 pesos por dólar, un nivel no visto desde julio de 2022. Así, el peso sumó cuatro semanas consecutivas de depreciación, acumulando una caída de 3,57%. Las previsiones de los cuarteles financieros apuntan a una depreciación mayor una vez que Trump sea investido. Los analistas dan por descontada esta nueva embestida arancelaria, pero se cuestionan sobre su magnitud y el ritmo de su implementación. En todo caso, las consecuencias del impacto pasarán por una profundización en las caídas del peso, una mayor inflación y menores ritmos de remesas, inversión y, por lo tanto, una ralentización del crecimiento económico.
El reciente anuncio del magnate de la creación de un Servicio de Rentas Externas para la recaudación de estas nuevas tarifas dan cuenta de que el llamado “muro arancelario” será prioritario tan pronto arranque su mandato. En respuesta a los amagos del republicano, el Gobierno de Claudia Sheinbaum ha desplegado también sus propias cartas. México ha propuesto un plan de sustitución de importaciones asiáticas por producción regional norteamericana. Además, apenas iniciado este año, la Administración de Sheinbaum impuso un arancel de 19% a productos importados de países como China a través de plataformas en línea como Temu o Shein, una decisión que supone un guiño a Estados Unidos. Al unísono, la mandataria ha cerrado filas con los empresarios estadounidenses y canadienses para defender la integración comercial y ha elevado los decomisos de fentanilo y de productos pirata procedentes de China. Esta semana, la mandataria aseguró escuetamente que su Administración ya tiene un plan muy elaborado, en caso de que Trump arranque su presidencia con deportaciones masivas de migrantes y solo están esperando los primeros anuncios del republicano para darlo a conocer. La mandataria y su Gabinete han señalado, en distintas ocasiones, que una guerra de aranceles perjudicaría a ambos países y, en específico, ocasionará una escalada de precios para el consumidor estadounidense.
El reciente anuncio del magnate de la creación de un Servicio de Rentas Externas para la recaudación de estas nuevas tarifas dan cuenta de que el llamado “muro arancelario” será prioritario tan pronto arranque su mandato. En respuesta a los amagos del republicano, el Gobierno de Claudia Sheinbaum ha desplegado también sus propias cartas. México ha propuesto un plan de sustitución de importaciones asiáticas por producción regional norteamericana. Además, apenas iniciado este año, la Administración de Sheinbaum impuso un arancel de 19% a productos importados de países como China a través de plataformas en línea como Temu o Shein, una decisión que supone un guiño a Estados Unidos. Al unísono, la mandataria ha cerrado filas con los empresarios estadounidenses y canadienses para defender la integración comercial y ha elevado los decomisos de fentanilo y de productos pirata procedentes de China. Esta semana, la mandataria aseguró escuetamente que su Administración ya tiene un plan muy elaborado, en caso de que Trump arranque su presidencia con deportaciones masivas de migrantes y solo están esperando los primeros anuncios del republicano para darlo a conocer. La mandataria y su Gabinete han señalado, en distintas ocasiones, que una guerra de aranceles perjudicaría a ambos países y, en específico, ocasionará una escalada de precios para el consumidor estadounidense.
Alfredo Coutiño, director para América Latina de Moody’s Analytics asegura que la implementación de la política proteccionista de aranceles y deportaciones de EE UU comenzará pronto agudizando la depreciación del peso frente al dólar, una mayor inflación en el país latinoamericano y menores ritmos de remesas, inversión y, por ende, menores tasas de crecimiento económico. La calificadora anticipa que este año, México solo crecerá 0,6% y en 2026 el alza será de 1,6%, derivado de los nubarrones tanto internos y externos en contra de la economía mexicana. El experto de Moody’s, no obstante, también prevé que la batería de medidas proteccionistas de Trump aterrizará de manera gradual. “Creo que Trump no va a llegar con una tarifa de un 25%, yo creo que va a empezar con un 10% para presionar al Gobierno de México en materia de migración y para que el país imponga límites a las importaciones chinas. Trump va a pedir medidas más concretas y que sean medibles ante sus ojos. Nosotros estamos pensando que los aranceles llegarán en el segundo trimestre de 2025, pero se retirarán al cierre del año”, pronostica.
Julio Ruiz, economista en jefe de Citi en México, advierte que, por ahora, lo que permea es la incertidumbre. “Nosotros creemos que gran parte de esta retórica agresiva de Trump es para negociar con México en tres temas que le interesan: migración, drogas y la presencia de China en los flujos comerciales de México y Estados Unidos”, asevera. El especialista indica que será hasta el próximo 20 de enero cuando se tenga una mayor información sobre el alcance de la retórica proteccionista de Trump.
Con un panorama marcado por la incertidumbre, el horizonte económico de México se vislumbra retador en 2025. El Gobierno de Sheinbaum tendrá que demostrar una estrategia certera frente a los números dardos arancelarios que promete Trump para salvaguardar el flujo de exportaciones, empleo e inversiones que dependen del comercio internacional con Estados Unidos.