ANIMAL POLÍTICO. Por la noche, la refinería Lázaro Cárdenas – la más antigua de México, construida en 1906 – ilumina la ciudad de Minatitlán, Veracruz. La quema de gas convierte la noche en día, dicen los habitantes, mientras que una mezcla de olores industriales en el aire recuerda a los visitantes que han llegado al corazón del petróleo y gas de México.
“Se parece al ojo de Mordor”, dijo un residente, refiriéndose al reino volcánico de la novela fantástica “El Señor de los Anillos”, con un tono entre humor y resignación. “Ya no hay noche en Minatitlán”, dijo otro habitante entrevistado por Climate Home.
La refinería es un pilar clave de la empresa petrolera estatal de México, Petróleos Mexicanos (Pemex), y un testamento a los problemas de la empresa con el gas metano, que contribuye al calentamiento global.
Pemex ha luchado durante años para controlar sus emisiones de metano, que se han disparado a pesar de las promesas en sentido contrario. La empresa no ha encontrado formas de usar el gas eficientemente, optando por ventearlo o quemarlo, lo que libera metano a la atmósfera.
Mientras que su producción de petróleo disminuyó en la década de 2013 a 2023, Pemex ahora tiene una de las huellas de metano más altas por barril de petróleo en el mundo, aproximadamente ocho veces la de ExxonMobil y 83 veces la de Saudi Aramco, según el centro de pensamiento México Evalúa.
El metano es un gas de efecto invernadero alrededor de 80 veces más potente que el dióxido de carbono en sus primeros 20 años en la atmósfera. Los expertos lo consideran una “fruta fácil de alcanzar”, porque reducir las emisiones de metano es una forma rápida y barata de combatir el cambio climático.
Con ese objetivo, una coalición de 160 países – entre ellos México – ha firmado un compromiso global para el metano, con la meta de reducir las emisiones en un 30% a nivel mundial para 2030 en comparación con los niveles de 2020. La iniciativa se lanzó por primera vez en 2021 en la cumbre climática COP26 en Glasgow.
Pemex también se ha unido a iniciativas voluntarias como la Alianza de Metano en el Petróleo y Gas (OGMP) en 2014, bajo la cual diez gigantes del petróleo y gas – incluidos BP, Shell y TotalEnergies – prometieron rastrear y evaluar formas de reducir sus emisiones. Pemex abandonó la alianza cuando fue relanzada en 2020 para ampliar su alcance. Mientras tanto, las emisiones de la empresa han seguido aumentando.
Las crecientes emisiones de metano de Pemex podrían poner en riesgo los objetivos climáticos de México, advirtieron analistas. El gobierno anunció recientemente en la COP29 que establecerá una meta de carbono neutralidad para 2050, convirtiéndose en el último país del G20 en adoptar un compromiso de cero emisiones netas.
“Esta nueva ambición del estado mexicano de cumplimiento de cero emisiones netas para 2050 tiene que considerar a la política energética y, en particular, a Pemex”, dijo Fernanda Ballesteros, directora en México del Instituto de Gobernanza de los Recursos Naturales (NRGI).
Como muchas de las economías más grandes del mundo, México aún debe presentar una nueva contribución determinada a nivel nacional (NDC, por sus siglas en inglés) – un plan climático con un objetivo para 2035 de reducir las emisiones de todos los gases de efecto invernadero, incluido el metano. Se espera que los países presenten sus nuevas NDC antes de septiembre.
La secretaria de Medio Ambiente de México, Alicia Bárcena, ha calificado esta ronda de planes climáticos como “nuestra última esperanza” para mantener el calentamiento global por debajo de 1.5°C respecto a los niveles preindustriales.
Pero el nuevo plan climático del país deberá incluir un plan para disminuir las emisiones de Pemex, dijo Ballesteros. “[Pemex] es un actor muy relevante para que México pueda cumplir con esta meta [de cero emisiones netas]”, añadió.
Minatitlán es una pequeña ciudad de poco más de 144,000 habitantes, que incluye una gran población flotante de estados vecinos como Oaxaca y Tabasco. La región sur de México fue noticia internacional en 2021 cuando un accidente con una fuga de gas provocó un incendio en el océano en el Golfo de México.
Alrededor de la época de ese incidente, Pemex prometió reducir la quema de gas, así como el venteo (cuando se libera el gas deliberadamente) y otros tipos de emisiones fugitivas como las fugas, según su plan de negocios 2021-2025.
Un análisis de Climate Home de los últimos cuatro informes de sostenibilidad de la empresa muestra que Pemex logró reducir la quema de gas, pero el venteo de gas y las fugas siguieron creciendo. Durante la última década, las emisiones de metano de Pemex se duplicaron entre 2013 y 2023.
En los últimos años, se han registrado accidentes con fugas de metano importantes en instalaciones de Pemex, como un evento en la refinería Deer Park, ubicada en Texas, que dejó dos muertos en 2024.
Un análisis del medio independiente Climate Home identificó otra gran fuga de emisiones de metano proveniente de una planta de Pemex en Minatitlán utilizando herramientas satelitales.
El 28 de abril de 2024, la plataforma de monitoreo de metano Carbon Mapper detectó una de las mayores columnas de metano en las Américas, proveniente de una planta de Pemex ubicada en plena ciudad. Climate Home confirmó que un segundo proveedor de datos satelitales, Kayrros, también detectó esta columna.
La columna liberó más de 16 toneladas de metano por hora a la atmósfera, una tasa superior a la de cualquier otra columna detectada en países productores de petróleo en el continente, como Estados Unidos o Venezuela, durante ese mismo año.
Tanto Kayrros como Carbon Mapper registraron esta fuente de emisiones solo una vez, lo que significa que no es posible saber cuánto tiempo estuvo activa y, por lo tanto, la cantidad de gases de efecto invernadero que se emitieron a la atmósfera.
La columna de metano fue detectada sobre el complejo petroquímico de Cosoleacaque de Pemex, ubicado a 5 km del centro de Minatitlán, cerca de una universidad y un hospital. El complejo alberga cuatro plantas de amoníaco, de las cuales solo una está actualmente en funcionamiento, según seis trabajadores de Pemex entrevistados.
Cosoleacaque produce amoníaco a partir de gas, el cual luego se vende para la fabricación de fertilizantes. Este es un negocio que Pemex ha reactivado recientemente con el apoyo de la presidenta Claudia Sheinbaum, en un esfuerzo por impulsar el sector agrícola nacional.
Pemex planea invertir casi 400 millones de dólares para reactivar plantas petroquímicas que estuvieron inactivas por más de dos décadas. Cosoleacaque es una de las plantas que se reinició en 2023 después de operar a niveles mínimos durante años. Los trabajadores dijeron que hay planes para que las cuatro plantas de amoníaco del complejo vuelvan a entrar en operación. Se espera que una segunda planta reinicie operaciones alrededor de marzo.
Cuando se les preguntó sobre la fuga en ese lugar, los trabajadores sugirieron que podría haber pasado desapercibida, ya que ocurrió un domingo. “Si la fuga ocurrió el fin de semana, no hay manera de que lo hubiéramos sabido, porque solo trabajamos de lunes a viernes”, dijo un trabajador de Pemex que pidió el anonimato.
Climate Home se puso en contacto con Pemex para comentar sobre sus crecientes emisiones de metano y la columna detectada sobre el complejo de Cosoleacaque, pero no recibió respuesta.
Pemex recibió un impulso por parte del gobierno de Andrés Manuel López Obrador en 2018, cuando se comprometió a “rescatar nuevamente la industria petrolera nacional”. Hasta ese momento, la empresa había enfrentado años de alta deuda y caída en la producción. Aun así, el expresidente de México describió al petróleo como “el mejor negocio del mundo”.
A medida que la empresa comenzó a perforar más petróleo bajo la orden de aumentar la producción, se encontró con un exceso de gas que no podía aprovechar, principalmente debido a la falta de infraestructura adecuada, según los analistas. En su lugar, recurrió a la quema y venteo del gas.
“La quema y el venteo deliberado de gas fue un problema en el pasado, pero realmente empeoró durante el sexenio anterior”, dijo Adrián Duhalt, un investigador de energía nacido en Minatitlán y miembro del centro de estudios Texas-Mexico Center, con sede en Estados Unidos
A medida que las liberaciones deliberadas de metano aumentaron y las fugas accidentales continuaron, las emisiones de metano de Pemex se dispararon, casi duplicándose entre 2018 y 2022, según estadísticas de Pemex.
La actual presidenta del país, Claudia Sheinbaum, ha continuado con la inversión en nuevos proyectos de petróleo y gas, con el objetivo de hacer de México un país autosuficiente en el consumo de gasolina.
Aunque la quema de gas es la fuente más obvia de emisiones, las fugas son frecuentes en Minatitlán, según los residentes, pero la mayoría solo son perceptibles cuando se emite amoníaco, debido a su olor característico. El impacto de la industria petrolera en la salud pública de la zona sigue siendo en gran parte desconocido, dijeron los analistas.
Los vecinos de la planta entrevistados por Climate Home – la mayoría de los cuales han trabajado en la industria del petróleo – expresaron su preocupación por las fugas de amoníaco provenientes del complejo de Cosoleacaque, que, según ellos, provocan dolores de cabeza, mareos y alergias.
La ciudad fue clasificada entre las 30 principales ciudades industriales de México con indicadores de salud en deterioro debido a varios tipos de contaminación incluyendo la del aire, según un estudio multidisciplinario de 2023 patrocinado por el gobierno mexicano. Los investigadores informaron sobre el aumento de casos de cáncer, fallas renales, defectos de nacimiento y abortos espontáneos.
En La Oaxaqueña, un barrio adyacente a las plantas de amoníaco, las personas han aprendido a convivir con el olor químico en el aire, que describen como “el de un baño público” o “el de tinte para el cabello”.
“(Alergia o estornudos por el olor a amoniaco) eso es poco. A veces dan ganas de salir corriendo. Una vez a mi hija chiquita la tuve que llevar al hospital con vómito en la noche”, dijo una mujer, describiendo los efectos de un incidente de fuga de amoníaco. Ella pidió permanecer en el anonimato.
Aunque los expertos dicen que existe una brecha en la investigación sobre los impactos en la salud de la infraestructura petrolera y gasífera en el sur de México, un grupo de ONGs reportó síntomas similares el año pasado en el estado vecino de Tabasco, donde encontraron que los dolores de cabeza, náuseas y hemorragias nasales eran comunes entre las personas que vivían cerca de las plantas de Pemex.
En el otro lado de Minatitlán, la quema de gas en la refinería Lázaro Cárdenas contribuye a la contaminación del aire, según los locales. Como la ciudad depende de los vientos del norte para dispersar los contaminantes del aire provenientes de la refinería, la situación empeora cuando estos cambian o cesan.
“Cada vez que el [viento del] Norte no está soplando, realmente se puede ver la nube de gases en el horizonte, y a veces también se percibe el olor”, explicó Ramón García, un abogado que ha trabajado en casos de complicaciones de salud atribuidas a la industria petrolera local.
García dijo que tales casos legales son comunes en la región, especialmente los relacionados con daños ambientales y efectos en la salud, pero casi nunca llegan a los tribunales administrativos, ya que Pemex suele llegar a acuerdos temprano en el proceso, agregó.
Los detalles de los casos también se mantienen en secreto, dijo García. En uno, relacionado con un derrame de petróleo en la región de Papantla, al norte de Veracruz, la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA) ordenó a Pemex implementar un plan de 11 puntos para limpiar el derrame. Cuando García solicitó detalles del caso en enero, se le dijo que eran confidenciales.
El investigador Duhalt dijo que estos problemas no han “afectado la lealtad de la comunidad hacia la empresa”.
Desde un punto de vista académico, el corredor Minatitlán-Coatzacoalcos podría considerarse una zona de sacrificio, “pero desde el punto de vista del jefe de familia, es su fuente de empleo”, añadió.
Pemex ha tenido dificultades para controlar sus emisiones de metano, en parte debido a la infraestructura envejecida y la falta de voluntad política, según expertos.
“Ya existen procedimientos corporativos y cambios tecnológicos para que Pemex pueda emitir mucho menos metano. Ha estado en sus planes durante años”, dijo Viviana Patiño Alcalá, investigadora de energía en el centro de estudios México Evalúa. “Pero esto no se ha traducido en reducciones significativas (de emisiones)”, agregó.
Ballesteros, de NRGI, señaló que la empresa ha centrado la mayor parte de sus inversiones en nuevos proyectos en lugar de mantener los existentes.
En Minatitlán, un trabajador entrevistado cerca del complejo de Cosoleacaque dijo que “ahí adentro está todo desbaratado, pero nosotros ya lo estamos arreglando”, mientras que un vecino comentó que era común ver incendios y escuchar ambulancias dirigirse a la planta.
Ballesteros destacó que el mal estado de la infraestructura de Pemex se refleja en el número de fugas y derrames, que han aumentado desde 2018, pasando de 912 incidentes registrados en 2018 a 1,211 en 2023, según las estadísticas anuales de la empresa.
Esto también podría estar contribuyendo al alto número de accidentes laborales. En 2023, Pemex reportó 129 lesiones y 11 muertes. Su índice de frecuencia de accidentes en ese mismo año fue un 57% superior al estándar de la industria establecido por la Asociación Internacional de Productores de Petróleo y Gas (IOGP).
Una investigación del medio Reuters en 2024 mostró que Pemex postergó reparaciones urgentes en dos de sus plataformas offshore, lo que causó la falla de componentes clave y obligó a la compañía a quemar grandes cantidades de gas.
“Es muy difícil que esta tendencia [de aumento de emisiones de metano] cambie pronto”, dijo Patiño. “Si esta administración ha sido clara en algo, es que el medio ambiente es importante, pero es más importante proporcionar a Pemex un mercado”.
Mientras tanto, en Minatitlán, los residentes parecen resignados a vivir con las nubes de gas y la luz de las antorchas de la refinería pintando el cielo de naranja.
“Con las fugas, aunque no veamos claramente, sabemos qué hay en la brisa”, dijo Irving, un trabajador petrolero de 27 años que vive cerca de la planta de Cosoleacaque. “Ya sabemos cómo está esto, pero pues la vida nos orilla a vivir así”.