AP. El tribunal del Vaticano declaró el miércoles que condenó a un cardenal por fraude agravado y otros cargos debido a su “comportamiento objetivamente inexplicable” al pagar más de medio millón de euros del Vaticano a una mujer que se describía como analista de inteligencia, que luego gastó ese dinero en artículos de lujo y vacaciones.
El tribunal de la ciudad estado publicó 816 páginas de motivaciones escritas de sus veredictos del 16 de diciembre en el llamado “juicio del siglo” del Vaticano. El juicio a 10 personas, que se prolongó dos años, surgió de la inversión de 350 millones de euros (380 millones de dólares) de la Santa Sede en una propiedad en Londres, pero se amplió para incluir otros movimientos financieros.
El cardenal Angelo Becciu, un cardenal que fue muy influyente y ocupó el puesto número 3, o “sustituto”, en la secretaría de Estado del Vaticano, fue el más destacado de los nueve condenados. Enfrenta cinco años y medio de prisión tras ser condenado por malversación, fraude y otros cargos.
Él y los otros ocho acusados han anunciado apelaciones, al igual que el fiscal del Vaticano. Con las explicaciones escritas del tribunal ahora presentadas —casi un año después de que se dictaran las condenas— ambas partes pueden elaborar la base de sus apelaciones.
El juicio se centró en la participación de la secretaría de Estado del Vaticano en un fondo para convertir un antiguo almacén de Harrod’s en apartamentos de lujo. Los fiscales alegaron que monseñores e intermediarios del Vaticano despojaron a la Santa Sede de decenas de millones de euros en honorarios y comisiones y luego extorsionaron al Vaticano para que pagara 15 millones de euros a cambio del control del edificio.
Becciu fue condenado por malversación derivada de la inversión original del Vaticano de 200 millones de euros en el fondo que invirtió en la propiedad de Londres. El tribunal determinó que el derecho canónico prohibía usar los activos de la Iglesia en una inversión tan especulativa.
Becciu también fue condenado por fraude agravado por su papel en el pago de 575.000 euros del Vaticano a una mujer de su Sardinia natal que se presentaba como experta en inteligencia, Cecilia Marogna. Él había dicho que los pagos fueron autorizados por el papa Francisco como rescate para liberar a una monja colombiana retenida por milicianos vinculados a Al Qaeda en Mali.
La investigación mostró, sin embargo, que Becciu básicamente facturó doble al Vaticano, con la misma cantidad de dinero enviada a una firma de seguridad británica que sí tenía experiencia en liberar rehenes. La monja fue posteriormente liberada, pero no hay indicios de que Marogna tuviera algo que ver con ello, señaló el tribunal.
El tribunal, encabezado por el juez Giuseppe Pignatone, dijo que Becciu nunca proporcionó una explicación razonable de por qué le pagó a Marogna la misma cantidad de dinero o por qué nunca le pidió actualizaciones sobre sus supuestos esfuerzos para liberar a la monja.
Incluso cuando los gendarmes del Vaticano le informaron que Marogna había gastado el dinero del Vaticano en vacaciones de lujo y compras en Prada, Becciu no presentó una denuncia ante los fiscales ni se distanció de Marogna. En lugar de eso, continuaron comunicándose a través de un amigo de la familia.
“Un comportamiento objetivamente inexplicable, más aún para alguien en una posición como la del acusado, un cardenal prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y durante siete años el sustituto en la secretaría de Estado, quien durante un largo periodo gozó de la plena confianza del papa”, escribió el tribunal. “Un comportamiento, además, que el acusado nunca ha explicado de ninguna manera”.
Marogna, por su parte, fue juzgada en ausencia y proporcionó explicaciones contradictorias e inconclusas en su defensa escrita, dijo el tribunal. Ella también fue condenada y sentenciada a tres años y nueve meses de prisión.
La mayor parte de las motivaciones escritas se dedicaron a descifrar las complicadas transacciones en torno a la operación en Londres. El texto también repitió el rechazo previo del tribunal a los argumentos de la defensa de que el juicio en sí fue fundamentalmente injusto.