THE NEW YORK TIMES. Ramona Matos, quien había sido doctora en Cuba y recientemente había obtenido su ciudadanía estadounidense, no dudó a la hora de decidir por quién votar el año pasado.
Eligió a Donald Trump, el candidato que prometió ser duro con el gobierno comunista de Cuba.
Matos esperaba que Trump ayudara a liberar al pueblo cubano y, en particular, pusiera fin a una herramienta que el gobierno de La Habana ha utilizado para suavizar su imagen en todo el mundo, y que a Matos le resultaba especialmente repugnante por motivos personales.
Durante décadas, el gobierno cubano ha enviado a miles de profesionales de la salud a trabajar a pueblos remotos y ciudades de decenas de países, donde cobran apenas una fracción de lo que esos países pagan a Cuba por sus servicios.
“Esos médicos son esclavos de la dictadura cubana”, dijo Matos, de 63 años, quien, tras ocupar puestos en misiones médicas cubanas en Bolivia y Brasil, trabaja en una fábrica en el sur de Florida.
Desde su primer día en el cargo, Trump ha empezado a presionar a Cuba, incluido su programa médico mundial.
El gobierno de Trump, que tiene un secretario de Estado cubanoestadounidense y un enviado a América Latina conocido por ser un viejo halcón de las políticas sobre Cuba, impuso rápidamente medidas más duras. Fue el último giro en el enfoque de ida y vuelta hacia Cuba, que pasa de la agresión a la suavización, dependiendo de quién ocupe la Casa Blanca.
El gobierno de Trump dio marcha atrás a las medidas adoptadas por el gobierno de Biden, volviendo a incluir a Cuba en la lista de Estados que patrocinan el terrorismo, lo que limita su capacidad para hacer negocios en todo el mundo, y restableciendo el derecho de los estadounidenses a presentar demandas por propiedades confiscadas en la isla hace décadas.
Se han retirado los visados a funcionarios cubanos y el gobierno ha prohibido las transacciones comerciales con empresas controladas por los servicios militares, de inteligencia y de seguridad de Cuba, que gestionan intereses vitales como el turismo y las importaciones.
Los gobiernos republicanos ya han intentado antes dirigir medidas contra las misiones médicas de Cuba, pero Trump está adoptando una línea más dura: en febrero, por primera vez, el gobierno estadounidense dijo que retiraría los visados de viaje a los funcionarios de los países que reciben a las brigadas médicas.
La medida amenaza una de las principales fuentes de divisas de Cuba, justo cuando la nación se enfrenta a una enorme oleada de migración, cortes de electricidad generalizados y escasez de alimentos.
Es difícil averiguar exactamente cuánto genera el programa médico para Cuba; —los expertos señalan que las cifras del gobierno son a menudo confusas, porque con frecuencia altera las descripciones de los pagos.